Ayuda, soy un impostor: Sobre el Síndrome del Impostor y sus Consecuencias
“Mi éxito es sólo suerte, y pronto todo el mundo se dará cuenta de que en realidad no puedo hacer nada“. Adiós al síndrome del impostor. También intervienen el miedo al fracaso, la duda extrema sobre uno mismo y el temor a ser descubierto. Analizamos el fenómeno y sus antecedentes.
“¿Qué estoy haciendo aquí? No puedo hacer nada de esto. En algún momento se darán cuenta de que soy totalmente incompetente. Que mi éxito no es más que una coincidencia…”.
Es perfectamente normal cuestionar nuestras capacidades y logros de vez en cuando. Sin embargo, cuando la duda se vuelve extrema y se manifiesta en el miedo al fracaso y el temor irracional a quedar expuesto como un impostor, es lo que se conoce como el fenómeno del impostor.
Los afectados se subestiman constantemente a sí mismos y a sus logros. No atribuyen sus éxitos a sus propias capacidades, sino a circunstancias externas y a la suerte.
Además, existe el temor permanente de que el fraude que existe en su imaginación pueda salir a la luz en cualquier momento. De ahí el nombre: síndrome del impostor.
El fenómeno no es en absoluto nuevo. Las primeras discusiones científicas sobre el tema tuvieron lugar ya en 1978, cuando Pauline Clance y Suzanne Imes, dos psicólogas clínicas, describieron la duda extrema sobre sí mismas como un fenómeno en mujeres de éxito.
¿A quién afecta el Síndrome del Impostor?
¿Así que el síndrome del impostor es cosa de mujeres? En absoluto.
En un estudio de la Martin(MLU) Halle-Wittenberg de 2022, los psicólogos demuestran que el fenómeno se produce independientemente de la edad, el sexo y la inteligencia.
Suele asociarse al (deseo de) éxito profesional y, por tanto, afecta sobre todo a las personas ambiciosas y que, al mismo tiempo, suelen tener éxito en su trabajo. La propia educación también influye: las personas con un alto nivel educativo y títulos cualificados se sienten más a menudo impostores que los demás. Una vez más, las personas cuyos padres tienen un bajo nivel educativo pero ellos mismos siguen una carrera académica se ven especialmente afectadas. Suelen tener la sensación de “este no es mi sitio. Aquí me equivoco”.
¿Cuántas personas sufren el síndrome del impostor?
No se sabe con certeza. Estudios de los años 80 estimaban que entre todas las personas con éxito profesional, alrededor del 40% se clasificaban a sí mismas como impostoras. Estudios más recientes suponen incluso que alrededor del 70% de todas las personas se ven afectadas al menos una vez en su vida. Sin embargo, en distintos grados.
La medida en que el fenómeno del impostor es pronunciado y afecta a la vida cotidiana (profesional) de las personas es una interacción de numerosos componentes. Además de la propia personalidad y de características individuales como una baja autoestima, un alto grado de perfeccionismo o una tendencia a la ansiedad, el entorno familiar y profesional, así como la propia socialización, también desempeñan un papel decisivo. Y aunque el fenómeno es transcultural, se da con relativa mayor frecuencia en las sociedades orientadas al rendimiento y la competición.
¿Cuáles son las consecuencias del Fenómeno del Impostor?
Las dudas extremas sobre uno mismo no siempre se manifiestan en un comportamiento obviamente negativo o restringido.
Al contrario, muchos consiguen transformar el miedo al fracaso en una fuerte motivación para rendir. Unido a una tendencia al perfeccionismo, una gran diligencia, el afán de prepararse meticulosamente para todo y la voluntad de trabajar con especial ahínco, esto suele dar lugar a resultados laborales sobresalientes.
Sin embargo, los “impostores” ven en el éxito como mucho la necesidad del esfuerzo extremo, pero nunca la confirmación de sus habilidades y competencias.
El resultado: se esfuerzan aún más, hasta la extenuación.
Otros, en cambio, tienden a procrastinar, es decir, a aplazar tareas, o a evitarlas por completo cuando existe riesgo de fracaso. Como precaución, se empequeñecen de antemano para anticipar conscientemente la supuesta decepción y exposición. Esto les lleva a no poder aprovechar plenamente su nivel de rendimiento. Por miedo al fracaso, se mueven por encima de sus posibilidades. Se rechazan ofertas de trabajo, no se aprovechan las oportunidades de ascenso, se interrumpen las trayectorias profesionales.
Las estrategias pueden diferir, pero el resultado sigue siendo el mismo: la constante sensación persistente de no ser lo bastante bueno. Miedo al fracaso. Miedo a ser descubierto. Las personas con síntomas de impostura se caracterizan por una carga de estrés permanentemente elevada. Con consecuencias poco saludables para el cuerpo y la psique.
El síndrome del impostor no es una alteración patológica ni un trastorno de la personalidad y no se define como una enfermedad mental, sino más bien como un tipo de rasgo de la personalidad que puede variar en gravedad. Sin embargo, se asocia con el agotamiento y la depresión.
Consejos contra el Síndrome del Impostor
En cuanto la propia salud y el desarrollo personal se resienten, hay que tomar medidas para poner al impostor interior en su sitio y contrarrestar el síndrome del impostor.
El primer paso es crear conciencia: Los pensamientos disfuncionales y los patrones de pensamiento distorsionados deben reconocerse como tales para poder cambiarlos después.
El objetivo es construir la propia autoestima para que sea lo más independiente posible de las evaluaciones de los demás. Una imagen realista de uno mismo que pueda clasificar las críticas, afrontar de forma constructiva los propios errores y celebrar y disfrutar los éxitos merecidos.
Las siguientes estrategias pueden ayudar:
- Hablar: Por un lado, ayuda hablar con personas que también padecen el síndrome, y a las que uno mismo considera competentes para poner en perspectiva sus propios pensamientos. Por otro lado, puede ayudar enormemente (como con la mayor parte del estrés psicológico) poner en palabras los propios miedos y compartirlos con otra persona. Si no quieres hablar, también puedes formular tus pensamientos estresantes por escrito: muchas cosas aparecen bajo una luz completamente distinta cuando se escriben en papel que cuando sólo dan vueltas en la cabeza.
- Keep a success diary: Keeping a written record of small and big successes and progress, compliments and positive feedback of all kinds helps on the one hand to judge oneself through the eyes of others – i.e. more objectively – and thus to see one’s own strengths. On the other hand, it is a useful reference book, especially when preparing for challenging situations. When the negative mental circus gets too loud again, successes tend to be forgotten.
- Focus on the facts: Is it a fact – or a distorted perception? Is there evidence? When the inner impostor is just throwing around feelings of despair or fear, it is important to focus on the facts. What can I know for sure? What is there evidence for? What do I only interpret negatively? This applies to the behaviour of others as well as to one’s own performance.
- Learning to accept compliments: No more softening when you get a compliment. Instead, respond with a simple “Thank you, I’m glad. Many people find this very difficult at first. But it is worth practising.
- Ask for feedback: This may not feel good for those affected at first – but it can be very helpful to actively ask for feedback and thus take control.
- Professional support: Coaching or supervision or – in the case of very high suffering pressure and the connection with burnout or depression – psychotherapy can help very well to build up a realistic picture of oneself and one’s own abilities and to minimise self-doubt.
- Llevar un diario de éxitos: Llevar un registro escrito de los pequeños y grandes éxitos y progresos, cumplidos y comentarios positivos de todo tipo ayuda, por un lado, a juzgarse a uno mismo a través de los ojos de los demás -es decir, de forma más objetiva- y, por tanto, a ver los propios puntos fuertes. Por otro lado, es un libro de referencia útil, sobre todo a la hora de prepararse para situaciones difíciles. Cuando el circo mental negativo vuelve a ser demasiado ruidoso, los éxitos tienden a olvidarse.
- Céntrate en los hechos: ¿Es un hecho o una percepción distorsionada? ¿Existen pruebas? Cuando el impostor interior sólo está lanzando sentimientos de desesperación o miedo, es importante centrarse en los hechos. ¿Qué puedo saber con seguridad? ¿De qué hay pruebas? ¿Qué es lo único que interpreto negativamente? Esto se aplica tanto al comportamiento de los demás como a la propia actuación.
- Aprender a aceptar cumplidos: Se acabó el suavizarse cuando se recibe un cumplido. En su lugar, responda con un simple “Gracias, me alegro”. A muchas personas les resulta muy difícil al principio. Pero merece la pena practicarlo.
- Pide feedback: Puede que al principio los afectados no se sientan a gusto, pero puede ser muy útil pedir activamente que te respondan y así tomar el control.
- Apoyo profesional: El coaching, la supervisión o, en el caso de una presión de sufrimiento muy alta y su relación con el agotamiento o la depresión, la psicoterapia pueden ayudar a hacerse una idea realista de uno mismo y de sus capacidades y a minimizar las dudas.
Adiós al amontonamiento interior
Por cierto, la contrapartida del síndrome del impostor es el efecto Dunning-Kruger: en este fenómeno, las personas sobrestiman enormemente sus propios conocimientos y habilidades, es decir, se creen más competentes de lo que son en realidad. También en este caso existe una fuerte discrepancia entre la propia valoración y las capacidades reales.
Sin embargo, quien ahora esté preocupado por pasar de ser un impostor de bajo nivel a un impostor real puede estar tranquilo: Las personas que sufren el síndrome del impostor no pueden ser en absoluto verdaderos impostores: ésa es la naturaleza del fenómeno del impostor.
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